viernes, 6 de junio de 2008

Reivindicación de lo melódico


Paulo Leminski.
Aviso a los náufragos
.
Amigos de Cálamus, Conaculta, INBA,
México, 2007.


Por Mijail Lamas

Originalmente publicada por Ediciones El Dorado, la antología Aviso a los náufragos del poeta brasileño Paulo Leminski aparece, en una versión corregida y aumentada, con el sello de Cálamus, que ha dado cabida no sólo a poetas mexicanos sino también a la rica faceta de la traducción de poesía. La muestra reunida en este volumen es generosa y permite encontrarnos con una lírica que se mueve por espacios reducidos, sin llegar a atiborrarlos, efecto que se consigue mediante un eficaz ejercicio de síntesis del sentido y del sentimiento. Lo innato de Leminski es, pues, el minimalismo, un movimiento entrecortado y directo como el de un cuchillo filoso; esto se debe al atento estudio que el autor realizó de la filosofía zen y la literatura oriental, aficiones que lo vinculan en más de un sentido con los poetas beat que él tanto admiraba.

Leminski es siempre consciente de las posibilidades de la página; utiliza mecanismos formales que se vinculan con el concretismo, como, por ejemplo, la utilización plástica de la tipografía y su disposición espacial. Vale la pena recordar que el concretismo se ha erigido como un movimiento de primera importancia para entender la tradición poética brasileña más reciente, pues se ha asimilado como forma dura, según afirma Severo Sarduy en uno de sus ensayos. Sin embargo, la poesía de Leminski trasciende esta escuela, ya que el poeta, la mayoría de las veces, no sacrifica el sentido textual (sintáctico-gramatical) ante la sintaxis visual que ponderan sus antecesores. Ejemplo de esta independencia frente al concretismo sería la cita siguiente: “Existe una cierta ilusión de libertad, de expresión, pero es necesario ver en el interior de cuánta esclavitud se da esa libertad. De repente, un pequeño centímetro de libertad va a adquirir un brillo extraordinario, exactamente porque una lengua, un arte, es un código de esclavitudes”.

El espléndido andamiaje rítmico que Leminski despliega en sus poemas es una reivindicación de las posibilidades melódicas de la poesía. Él mismo fue cercano camarada de notables músicos de su país. Por eso no es de extrañar que su poesía coquetee más de una vez con la canción popular brasileña, aunque frecuentemente no exista en sus versos una regularidad métrica; la paranomasia y la aliteración son elementos que le permiten dotar a muchos de sus textos de una brillante e inesperada musicalidad. Sin embargo, el uso y el abuso de estos elementos retóricos como formas fundamentales de su decir poético le llevan a crear textos provistos de cierta vacuidad e irrelevancia, que si bien son eminentemente musicales, desde la perspectiva de una significación temática o emotiva dejan mucho que desear: “ana ve a alice/ como si nada viese/ como si nada ahí estuviese/ como si ana no existiese// viendo a ana/ alice descubre el análisis/ ana válese/ del análisis de alice/ se hace Ana Alice”.

Los temas de Leminski son variados: dos de los principales son aquellos que reflexionan sobre el lenguaje y el ejercicio de la poesía, también explorados en su obra crítica. Se creería que por ser un poeta de abierta filiación vanguardista Leminski no se opondría al desmontaje formal y tradicional del arte que han pretendido algunos autores. Pero en Leminski convive el poeta con el especialista en literatura latina y el aplicado lector y traductor de distintas tradiciones poéticas que no deja de considerar a la poesía como un arte hecho con palabras y que nace de un arduo trabajo de indagación e investigación: “Alguien dice así: yo soy un gran poeta, tuve una idea increíble, mi técnica es tomar el directorio telefónico, corto con tijera cada página, lo pego y lo cuelgo todo en la pared, etcétera, son poemas increíbles, yo soy un poeta revolucionario. Entonces tú le vas a decir: discúlpame pero no eres poeta. ¿Pero cómo no es poeta? No, no lo es, porque un poeta no corta páginas del directorio telefónico… y se nombra poeta. Existe una ¿como decirlo?, una convención social en relación con las formas del arte. Todo artista está limitado a priori por una lengua y por un arsenal de formas. Cualquier cosa que hagas fuera o contra eso es por tu propia cuenta y riesgo”.

Tal vez el poema más famoso de Leminski sea el que cito a continuación: “de repente/ me lembro do verde/ de cor verde/ a mais verde que existe/a cor mais alegre/ a cor mais triste/o verde que veste/ o verde que vestiste/ o dia em que eu te vi/ o dia em que me viste// de repente /vendi o meus filhos/ a uma familia americana/eles tem carro/ eles tem grana/ eles tem casa/a grama é bacana/só assim eles podem voltar/e pegar um sol em copacabana…” Este poema fue musicalizado por Caetano Veloso y conlleva un particular interés por su temática social. Sin embargo, hay muchos otros que deslumbran por su certera ejecución y la relevancia de su temática: “La vida é as vacas” es una brevísima y directa reflexión sobre el sacrificio que significa vivir cada día; “O assassino era o escriba (conto semiótico)” es de carácter irónico y humorístico, construido a partir del lenguaje utilizado en una clase de morfosintaxis; “Aviso aos náufragos”, de eminente ejecución rítmica producto de rimas consonantes y asonantes, demuestra que un poema es tan mutable como la vida misma; “Ben no fundo”, donde el humor es agridulce golosina, devela la naturaleza familiar de los inconvenientes; y un gran etcétera de poemas más.

Esta breve revisión de Aviso a los náufragos no podría terminar sin destacar el excelente trabajo de traducción que ha realizado el también poeta Rodolfo Mata, que logra trasladar con sumo acierto este caudal de música, logrando así que los poemas bailen y canten casi de la misma forma en español que en portugués.

(Reseña publicada en el suplemento Laberinto del 30 de mayo)



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