por Mijail Lamas
El que quiso ser apenas periodista terminará poeta fundamental...». Así describe Pablo del Barco a Carlos Drummond de Andrade en su introducción a la antología del poeta brasileño publicada en la Colección Visor de Poesía.
Conocemos a Carlos Drummond de Andrade como un poeta fundamental; los lectores de habla castellana tenemos acceso a diversas traducciones de su poesía. Pero no hemos tenido muchas noticias de su trabajo como cronista, cuentista y articulista periodístico, facetas a las que el autor dedicó aproximadamente cincuenta años de su vida.
Drummond de Andrade nació en la población minera de Itabira en 1902 y fue un periodista prolífico desde sus inicios como escritor; de hecho, en esa actividad fue ubicado al inicio de su carrera. Posteriormente, y gracias a su trabajo poético, se vio relacionado con el movimiento modernista brasileño en su segunda etapa, es decir, con los llamados poetas de la generación del 45, escritores marcados por el fin de la Segunda Guerra Mundial y de la dictadura de Getúlio Dornelles Vargas.
El mismo Drummond se asume como un narrador entusiasta, siempre irónico hasta consigo mismo. Ese carácter irónico también se presenta en su poesía. El texto «Auto-Retrato», que escribe para la revista Leitura, nos confirma lo dicho:
"Dice el espejo:
El señor Carlos Drummond de Andrade es un prosista modesto que se juzga buen poeta; en eso se engaña. Como prosista ha elaborado algunas crónicas y cuentos que revelan cierto conocimiento de formas adecuadas de expresión, cierto humor y malicia.
Como poeta le falta todo eso y le sobran los siguientes defectos: es desparpajado, nada eufónico, falto de conceptos, arbitrario, grotesco y titubeante."
El ejercicio prosístico de Carlos Drummond de Andrade dialoga en muchos sentidos con su trabajo poético, ya que la mirada siempre atenta del cronista se encuentra de manera frecuente en la del poeta, así como la sensibilidad lírica del poeta se hace presente en la mirada del cronista. Aquí un ejemplo: "¿Cómo puedo referir en escala métrica las proporciones de una escultura de luz afilada y estelar que resplandece sobre la infancia entera?" (fragmento de la crónica «Fim do mundo»).El señor Carlos Drummond de Andrade es un prosista modesto que se juzga buen poeta; en eso se engaña. Como prosista ha elaborado algunas crónicas y cuentos que revelan cierto conocimiento de formas adecuadas de expresión, cierto humor y malicia.
Como poeta le falta todo eso y le sobran los siguientes defectos: es desparpajado, nada eufónico, falto de conceptos, arbitrario, grotesco y titubeante."
La mayoría de los artículos y crónicas de Carlos Drummond de Andrade hacen evidente su inmediatez contextual y cronológica, lo que no es sino resultado de la naturaleza del género y el medio para el que fueron escritas. Lo dicho anteriormente puede restarles el interés que no sea el del mero investigador literario. Sin embargo, no son pocos los textos que conservan una gran frescura y actualidad: muchos de los temas tratados siguen siendo cercanos a nuestras preocupaciones tanto intelectuales como cotidianas. Así, el paisaje brasileño, la problemática social, el quehacer cultural y la intrincada naturaleza del hombre son algunos de los temas que el poeta de Itabira retrató en sus crónicas; algunos de estos temas —sobre todo los de problemática social— parecen todavía no estar resueltos en nuestras sociedades latinoamericanas.
El texto aquí presentado proviene del libro Auto-Retrato e otras crônicas, recopilación póstuma de sus prosas.
(Texto escrito a proposito de la traducció que hice (revista Luvina 46, Primavera) del texto Opiniones de Robinsón de Carlos Drummond de Andrade)
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